Titulo mas que adecuado para este nuevo post ya que estoy otra vez en marcha tras haber acabado el libro Tokyo-Blues de Murakami, que no deja de recordar en cierta medida al original En la carreterera o Vagabundos del Dharma, de Kerouac e incluso a El guardian entre el centeno, de Salinger. Duro pero recomendable.
Pues eso, que de nuevo en el camino, mochila al hombro. De vuelta a Bangkok. Hoy me he ido otra vez de Ton Sai. El dia de hoy ha sido una especie de deja vu: long boat a Ao Nang, previa espera de una hora para que se junte un numero minimo de pasajeros y que obviamente se me hizo larguisima debido a los consecuentes nervios de si saldra o no la barca; bus al aeropuerto de Krabi, facturacion, espera y embarque (me estoy aburguesando...o haciendome mayor, por lo del avion, digo); bus del aeropuerto de Bangkok a la ciudad; busqueda de alojamiento, cena e internet. Lo mismo que hace diez dias aproximadamente. Todo igual pero todo diferente. Un nuevo equipaje en la maleta. Nuevas y gratas experiencias. Autodescubrimiento y aprendizaje. Nueva etapa. Mientras dejaba Ton Sai, sentada en la barca miraba atras, observaba como la playa, las altas paredes y yo nos separabamos cada vez mas. Sentia un nudo en el pecho, la verdad. Estaba un poco triste. Hasta que de repente me di cuenta de lo que estaba haciendo y de eso que tanto repiten en las peliculas en las despedidas: no mires atras, no mires lo que dejas. A mi me cuesta hacerlo. Me resisto a no volver la vista. Y esto fue lo que tambien hice en esta ocasion hasta que fui consciente de que tenia que girarme y sentarme mirando hacia delante, abierta al porvenir y a lo que aun me queda por descubrir. He de decir que fue un poco shock el regreso a la realidad. Poner los pies en la arena y empezar a caminar de nuevo hacia el asfalto, hacia el paseo maritimo de la turistica Ao Nang. Subir cada peldanho de la escalera e ir redescubriendo progresivamente los coches, las motos, las tiendas, los phalan (como aqui nos llaman a los guiris). Casi habia olvidado lo que era el trafico y que aqui los vehiculos circulan por la izquierda. Casi habia olvidado el ruido.
Los dias han pasado volando sin apenas ser conscientes de su paso. En Ton Sai es como si el tiempo se detuviera, los relojes pierden relevancia y la gana la naturaleza. La luz es la que marca el ritmo; el clima las actividades. Cada dia ha llovido, unos mas, otros menos, pero no ha cesado de llover. Cada dia he visto un nuevo animal: lagartos enormes que salen del mar o se te cruzan en el camino, mariposas de colores con grandes alas, libelulas de un rojo explosivo que te sobrevuelan alrededor, largas e impresionanetes serpientes amarillas, hormigas rojas capaces de matar a una culebrilla, aranhas de patas tejedoras de redes peligrosas, sapos cantores que parecen mugir, monos traviesos que quieren comer y atacan a los turistas...Cada dia, un nuevo dia, pero siempre mosquitos, mosquitos y mosquitos.
Una de las cosas que mas me ha llamado la atencion de estar en Ton Sai es que no me he sentido invisible. La gente, tanto los escaladores como los thais, te saludan y te hablan alli donde vayas. Y curiosamente, incluso saben tu nombre. Hay buena onda. Se esta a gusto.
Manhana madrugare e ire a coger el bus para Camboya. No pienso pararme mas en esta ciudad. Se que me queda casi todo por ver y hacer pero siempre hay que dejar algo pendiente para poder regresar. Yo tengo la certeza de que volvere.
Pues eso, que de nuevo en el camino, mochila al hombro. De vuelta a Bangkok. Hoy me he ido otra vez de Ton Sai. El dia de hoy ha sido una especie de deja vu: long boat a Ao Nang, previa espera de una hora para que se junte un numero minimo de pasajeros y que obviamente se me hizo larguisima debido a los consecuentes nervios de si saldra o no la barca; bus al aeropuerto de Krabi, facturacion, espera y embarque (me estoy aburguesando...o haciendome mayor, por lo del avion, digo); bus del aeropuerto de Bangkok a la ciudad; busqueda de alojamiento, cena e internet. Lo mismo que hace diez dias aproximadamente. Todo igual pero todo diferente. Un nuevo equipaje en la maleta. Nuevas y gratas experiencias. Autodescubrimiento y aprendizaje. Nueva etapa. Mientras dejaba Ton Sai, sentada en la barca miraba atras, observaba como la playa, las altas paredes y yo nos separabamos cada vez mas. Sentia un nudo en el pecho, la verdad. Estaba un poco triste. Hasta que de repente me di cuenta de lo que estaba haciendo y de eso que tanto repiten en las peliculas en las despedidas: no mires atras, no mires lo que dejas. A mi me cuesta hacerlo. Me resisto a no volver la vista. Y esto fue lo que tambien hice en esta ocasion hasta que fui consciente de que tenia que girarme y sentarme mirando hacia delante, abierta al porvenir y a lo que aun me queda por descubrir. He de decir que fue un poco shock el regreso a la realidad. Poner los pies en la arena y empezar a caminar de nuevo hacia el asfalto, hacia el paseo maritimo de la turistica Ao Nang. Subir cada peldanho de la escalera e ir redescubriendo progresivamente los coches, las motos, las tiendas, los phalan (como aqui nos llaman a los guiris). Casi habia olvidado lo que era el trafico y que aqui los vehiculos circulan por la izquierda. Casi habia olvidado el ruido.
Los dias han pasado volando sin apenas ser conscientes de su paso. En Ton Sai es como si el tiempo se detuviera, los relojes pierden relevancia y la gana la naturaleza. La luz es la que marca el ritmo; el clima las actividades. Cada dia ha llovido, unos mas, otros menos, pero no ha cesado de llover. Cada dia he visto un nuevo animal: lagartos enormes que salen del mar o se te cruzan en el camino, mariposas de colores con grandes alas, libelulas de un rojo explosivo que te sobrevuelan alrededor, largas e impresionanetes serpientes amarillas, hormigas rojas capaces de matar a una culebrilla, aranhas de patas tejedoras de redes peligrosas, sapos cantores que parecen mugir, monos traviesos que quieren comer y atacan a los turistas...Cada dia, un nuevo dia, pero siempre mosquitos, mosquitos y mosquitos.
Una de las cosas que mas me ha llamado la atencion de estar en Ton Sai es que no me he sentido invisible. La gente, tanto los escaladores como los thais, te saludan y te hablan alli donde vayas. Y curiosamente, incluso saben tu nombre. Hay buena onda. Se esta a gusto.
Manhana madrugare e ire a coger el bus para Camboya. No pienso pararme mas en esta ciudad. Se que me queda casi todo por ver y hacer pero siempre hay que dejar algo pendiente para poder regresar. Yo tengo la certeza de que volvere.
Tengo yo gana de ver esa mochila a ver todo ese "nuevo equipaje" y no te olvides de dejar por el camino lo que no te sirva que hay que renovarse y no cargar con cosas inútiles.Bsns
ResponderEliminar"La luz es la que marca el ritmo; el clima las actividades" nada de relojes, nada de prisas. Escuchar esa frase inmersa en este hervidero que es Madrid, ayuda a replantearse la movida.
ResponderEliminarCreo que mañana dormiré hasta que me despierte la luz y, como aquí no deja de nevar, lo dedicaré a mis libros, la mantita y el café bien caliente harán el resto...