Palabras

EL ABUELO.
(Binéfar, 12 de abril de 2011)

Como cada mañana salgo a la terraza a fumar y allí está otra vez él. Le llamábamos el abuelo. Su aspecto es característico. Llama la atención entre las decenas de niños que juegan, viejos que charlan y madres que vigilan a sus criaturas mientras pasan la tarde en la plaza. Siempre viste la misma ropa haga frío o calor: una chaqueta verde gruesa, pantalones holgados y una gorra obscura y vieja. Su piel está curtida por el sol y la edad y una frondosa y desaliñada barba puebla su rostro. Aun cuando estás en casa puedes saber si anda cerca o no, pues en ocasiones se desata a cantar jotas o a silbar incluso más fuerte que los pájaros que descansan en los árboles de la zona. No habla con nadie, simplemente se sienta en uno de los muros que sirven de banco, rebusca en las papeleras algún tipo de tesoro que otros han deshechado o camina pesadamente de un lado a otro. Le miro y le comparo con los otros ancianos del lugar. No puedo determinar su edad. ¿Será cómo ellos?. Quizás sea más joven pero la vida le ha envejecido prematuramente. ¿Será abuelo?, ¿tendrá familia?. Me pregunto quién es, de dónde viene o dónde vive. Este es un pueblo pequeño y todo el mundo se conoce pero él parece ser invisible para todos. Nadie le saluda, nadie habla con él, nadie se le acerca. Me cuestiono si su soledad será elegida o forzosa, si padece algún tipo de enfermedad mental. En muchas ocasiones ésta y la soledad están asociadas; ora la segunda fruto de la primera, ora a la inversa.
Le observo desde mi balcón y sólo me surgen preguntas. Trato de darles respuesta pero la variedad de opciones es amplia. Le imagino una vida con un pasado, un presente y un futuro que no va más allá de su rutina diaria. Tal vez sea ésta la que le de seguridad en el mundo real y la que le mantenga vivo en su mundo imaginario, si es que lo tiene.
Me pregunto si es feliz. Sus canciones son alegres y sus potentes silbidos parecen denotar un buen estado de ánimo. Dicen que el que canta, su mal espanta. Quizás el abuelo consiga de este modo ahuyentar sus miedos, sus malos pensamientos, sus fantasmas.
Podría bajar y plantearle todos mis interrogantes pero ¿para qué?, ¿tan sólo para satisfacer mi curiosidad?. No lo veo adecuado. Además, ¿qué puedo ofrecerle yo?, ¿sólo unos minutos de conversación?. Quizás eso le sirva para sentirse fugazmente acompañado o quizá para desear más fervientemente su soledad. Tal vez, al final, no se sienta tan solo como a mí me parece estarlo. Así que una vez consumido mi cigarro, lo apago, lo dejo en el cenicero y me vuelvo a mi realidad.


DOS COLORES
(Gijón, 24 de diciembre de 2010. Hace ya un año).

Últimamente,
mi vida está gobernada
por dos colores.
rojo y negro.
vida y muerte.
Sangre y luto.
Eros y Tánatos.
Últimamente,
mi vida es bicolor.


DOSCEROUNODOS
(Gijón, 31 de diciembre de 2011)

En el umbral de un nuevo año,
al amparo del que se va,
me queda la esperanza
de un nuevo empezar.

Alma errante
camina sin cesar,
en la búsqueda del encuentro
del que no sabe qué buscar.

Busco vivir mi vida.
Sin más.

Recorro mi camino
con el miedo del ayer,
la aventura del hoy
y la sorpresa del mañana.

Doscerounodos,
sumar y restar.
La única certeza
es la incertidumbre
de lo que vendrá.


AGUA Y FUEGO; FUEGO Y AGUA.
(Gijón, 31 de diciembre de 2011).

Mis manos son tus manos.
Mi piel es tu piel.
Mi tacto es tu tacto.
Mi sentir es mío.
Sólo esto poseo.
Esto descubro.

Magma late.
Latente vive en la profundidad.
Despierta.
Bulle.
Estalla.
Sale.

Las aguas
alteran su rumbo
y manan lluvia.

Éxtasis llega.

Fuego y agua.
Agua y fuego.
Elementos opuestos.
Elementos complementarios.
Elementos vivos.
Elementos que nutren.
Elementos que matan.
Elementos que sanan.

Energía que fluye
en distintas direcciones
o quizás una única
para llegar a un mismo
          destino.

Mi ser.

Ser que nace y muere.
Ser hambriento.
Ser sediento.
Ser asustado.
Ser valiente.
      
Ser.










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