sábado, 9 de abril de 2011

AP-68

AP-68. Esta es la nomenclatura de la autopista que me lleva directa desde Gijón hasta Huesca. Me han adjudicado una plaza de maestra. Es temporal, tan sólo unos días y esta es la primera vez que voy a trabajar en una escuela. Hace doce años que acabé la carrera y nunca antes he ejercido de ello. Esto me asusta un poco pero a la vez me supone un reto. A por él. Estará bien como toma de contacto con la profesión y para saber si merece la pena o no hipotecar los próximos dos meses estudiando para las opos que han convocado en Asturias.

Sin pensármelo dos veces me cojo el coche y me lanzo a la carretera. Bajo un sol abrasador ruedo algo más de 600kms. El termómetro del coche en ningún momento baja de los 27'5º y llega a alcanzar los 32. Hace mucho calor; parece verano. Después de 7h al volante llego a Huesca. No es para nada como me lo imaginaba. Es una ciudad perqueñita y apenas hay montañas alrededor, más bien esto parece una estepa. Pero la gente es amable y disponible. En la calle hay ambiente: las terrazas están abarrotadas de juventud tomándose una caña a la fresca. No me lo pienso y me uno a ellos. Me gusta estar en la calle. Adoro esta sensación de verano y este cambio de aires. Este invierno me ha resultado largo y ha sido duro a nivel personal. Supongo que me habrá servido para algo. Eso espero.

Es curioso eso de las casualidades. Para el viaje cogí la primera carpeta de cds que pillé en la estantería de casa. Al subir al coche y echar un ojo a su contenido me encuentro con un cd de Amparanoia que hace tiempo no escucho. No me lo pienso y me lo pongo. Esta será la banda sonora de esta nueva aventura. La primera canción, “la vida te da”. Y así, una tras otra, parece que cada una de las letras de sus canciones habla de mí. ¿Nunca os ha pasado algo así? Es curioso, ¿verdad?. Creo que incluso hay una peli que se titula algo así como “todas las canciones hablan de mí”. La verdad es que resulta reconfortante encontrarse con que alguien más ha experimentado lo que uno vive y además, sabe plasmarlo en forma de música u otro arte. Me gusta el optimismo y la fuerza que trasmite Amparo. ¡Ea!.

Al día siguiente me incorporo a mi nuevo trabajo. Es en una escuela rural, en un pequeño pueblo de Huesca. Los compañeros parecen majos y una de ellas me ofrece quedarme esta semana en su casa, pues tienen habitaciones libres. No me lo pienso y acepto. Mucho mejor compartir con alguien que estar sola en una pensión. Durante esta semana mis nuevos compas de piso son una chica y un chico también del gremio, lo cual siempre resulta de apoyo para enfrentarse al reto de la enseñanza.

Ayer, viernes, fue mi primer día entero dando clases a los niños. No me desagradó la experiencia aunque me resulta difícil lo de tener dos cursos diferentes en un mismo aula y tener como herramienta de trabajo los tablets. Los niños del tercer ciclo (5º y 6º) trabajan con ordenador. ¡Cómo ha cambiado la escuela desde que yo hice las prácticas!. Espero poder llegar a manejarme con esto pronto, aunque cuando quiera darme cuenta ya serán las vacaciones de Semana Santa y luego ya sólo me quedarán tres días más de trabajo. Un visto y no visto.

Vivimos en otro pueblo cerca del de donde está la escuela. Es un poco más grande aunque tampoco parece que haya mucho para poder hacer, ¡ni siquiera hay piscina municipal!, de modo que no me queda más remedio que desplazarme hasta otro para poder ir a nadar hoy. ¡Uau, qué bien se está en el agua y qué bien sienta esto de la natación!. Por la tarde he estado corrigiendo unas traducciones de los chiquillos y por primera vez tengo conciencia de lo que significa ser maestra. Miedo me da.

Este fin de semana será tranquilo y el próximo ya serán vacaciones. Tengo que pensar qué hacer, si irme unos días por Cataluña aprovechando la coyuntura o volver a casa. Me apetecen las dos cosas pero me hecha para atrás el viaje que tendría que hacer de vuelta desde Asturias para luego sólo tres días. No sé, ver veremos, dijo el ciego.