Vane ya se ha ido de casa; ya sólo quedamos Bea y yo. Es extraño ver su habitación vacía. Han sido cuatro años conviviendo, salvo un intervalo de 7 meses en el que yo me fui para regresar de nuevo. Cuatro años compartiendo espacio, risas, lágrimas, bromas, dudas, ánimos, fuerzas. Nos quedarán los recuerdos y la amistad.
Con Bea ha sido menos tiempo de convivencia pero no por ello menos intensa o profunda. Las echaré mucho de menos.
Nos hacemos mayores y la vida nos lleva por caminos distintos. Seguiremos reencontrándonos pero será de otra manera, tal y como ha pasado antes con aquellos con quienes compartí mi vida en algún momento. De cada uno me llevo algo, especialmente de aquellas personas a las que más unida me he sentido. Son mi "muchedumbre". Yo soy yo y los otros que me he encontrado en el caminar.
Me da mucha pena separarnos; no me gustan las despedidas porque nunca puedes estar seguro de cuando les volverás a decir "hola". A veces esta incertidumbre me asusta mucho, especialmente cuando la muerte parece rondar cerca y tomo conciencia de su poder. Me siento una niña asustada del porvenir. Asusta por desconocido pero es emocionante enfrentarse a él. No he de olvidar aquello de "no se es valiente si no se tiene miedo". Pensar que puedo ser valiente es lo que me da fuerza.